Mientras el sargento interrogaba a su madre y su hermana, el capitán se llevó al niño, de una mano, a la otra pieza… - ¿Dónde está tu padre? – preguntó - Está en el cielo – susurró él. - ¿Cómo? ¿Ha muerto? – preguntó asombrado el capitán. - No – dijo el niño -. Todas las noches baja del cielo a comer con nosotros. El capitán alzó la vista y descubrió la puertecilla que daba al entretecho.
Necesito tocarteporque mis manos se marchitan si no respirande tu piel
Sobre las suaves ondulaciones de tu espalda se desata una campal guerra de besos, mis labios aterrizan en tu piel y se rinden uno a uno tus deseos, mis manos conquistan tus pezones mientras mi voz truena en susurrantes misiles cientos de te-amos en tus oídos, esta lucha cuerpo a cuerpo es mi fuerte, la victoria es inminente.