miércoles, 9 de febrero de 2011

La guerra de los mundos, al estilo ecuatoriano




Radio Quito había alcanzado, ya en 1949, un sitio de prestigio que no lograra ninguna otra emisora ecuatoriana. La emisora había iniciado sus labores en 1940, en los 1360 kHz en onda media y 5970 kHz en onda corta. Lo que colocaba a Radio Quito, "La Voz de la Capital", en una clase aparte eran sus noticieros, sus presentaciones musicales en vivo y, sobre todo, su popular elenco de radioteatro.

Paradójicamente, sería una radionovela la que trágicamente terminó con las transmisiones de la popular emisora por espacio de dos años.

Ocurrió en la noche del sábado 12 de febrero de 1949 cuando se transmitía una adaptación criolla de la novela "La Guerra de los Mundos" del escritor inglés H. G. Wells, la misma que 11 años antes produjera pánico en extensas regiones del este de Estados Unidos. Concebida Once años después, el 12 de febrero de 1949 y lejos de un día de inocentes, el director ecuatoriano Leonardo Páez y el actor radioteatral chileno Eduardo Alcáraz, la emisión causó una verdadera agitación popular en Quito, una ciudad esencialmente tranquila.

Al sentirse burlados, varios oyentes se desahogaron contra el edificio en donde funcionaba la emisora y el periódico El Comercio. Primero fueron piedras y ladrillos. Luego alguien prendió fuego al edificio situado en el centro de la capital, apenas a una cuadra del edificio de correos. Las grasas y aceites de la imprenta del periódico, al igual que el papel allí almacenado, permitieron que la conflagración fuera rápida y total.

El argumento de la novela de Wells narra el inesperado descenso a la tierra de una máquina celeste procedente de Marte. Muchos quiteños no conocían la obra de Wells, pero sí reinaba un clima propenso a su presentación, pues en la prensa local "coincidentemente" se hablaba en esos días de avistamientos de platillos voladores en las montañas cerca a la ciudad de Pasto, en Colombia.

Si el objetivo era sorprender a la audiencia, ello se consiguió con creces. Muy pocos estaban al tanto de lo que los actores del radioteatro tenían planeado. Los populares cantantes Benítez y Valencia también se sorprendieron. Después de su primera canción en vivo, el locutor los interrumpió para informar que ya se había visto un objeto volador sobre las Islas Galápagos. Y no terminaron de cantar la tercera canción cuando el locutor informaba que un platillo volador había descendido en las afueras de Quito, en el barrio de Cotocollao.

“Interrumpimos este programa porque tenemos que informarles a ustedes que cerca de Cotocollao ha descendido una nave interplanetaria que se supone es de Marte. Lanzan unos rayos que destruyen todo a su paso. Continuamos informándoles

"Las increíbles noticias que estamos suministrando provienen de calificadas agencias internacionales y los servicios regulares del diario capitalino El Comercio. Importante: los boletines informativos que están escuchando, señoras y señores, tienen el patrocinio exclusivo de Orangine, el insuperable refresco de naranja"



Allí empezaba la dramatización. Hablando a través de un vaso para distorsionar la voz, los actores seguían informando sobre la visita de los extraterrestres. Podían escucharse órdenes impartidas a destacamentos de las Fuerzas Armadas para que atacaran a los supuestos invasores. También se escuchaban supuestas llamadas de Radio Continental, de Ambato; Radio La Voz de Tomebamba, de Cuenca; Radio Cenit, de Guayaquil y otras emisoras. Todas advertían del peligro que se cernía sobre la república, pues se decía que había una nube de gases asfixiantes que se acercaba a la capital desde el sur, en donde ya estaba en problemas la ciudad de Latacunga.

El punto culminante fue cómo se desvaneció el reportero que narraba los acontecimientos desde Cotocollao, tocado por un arma letal marciana nunca antes vista en la Tierra y cómo sobrevivieron dos personas. Un astrónomo conocido de la época y un sobreviviente de entre los escombros.

En los hogares del Quito de entonces, la gente que no había escuchado que se trataba de una obra de ficción, por ende, empezó a creer literalmente lo que le informaba la radio.

Inclusive el gobierno, pues un gobernador ordenó a sus tropas el estar preparados para la invasión marciana. Como consecuencia de esto, se produce un caos y un ataque de pánico por el que la gente luchaba por su vida, se dirigieron hacia las iglesias a pedir misericordia, y se convertían en testigos del fin del mundo. Pese a que el locutor advierte una vez más que se trata de una dramatización que nada tiene que ver con la realidad, lo único que desean es escapar.

Pero la obra no terminó de irradiarse porque la marea humana no permitió que continuara. Sólo se alcanzaron a transmitir unos 20 minutos antes que una masa enfervorizada encendiera el edificio donde funcionaba la radio.

Cuando se confirmó que efectivamente nada era realidad, una turba fue a las instalaciones de Radio Quito ubicadas en las calles Chile y Benalcázar., mismas del Diario El Comercio y Últimas Noticias a pedir explicaciones, pero se les cerró las puertas. En vista de la negativa, la gente que se sintió engañada se amotinó frente al edificio para incendiar tanto el inmueble como quienes trasmitieron el espacio, especialmente a Páez.

La policía, al no divisar extraterrestre alguno en las afueras de Quito, y viendo que se trataba de una burla, se desentendió del problema. No se prestó ningún auxilio a los artistas, periodistas y demás trabajadores que intentaron ponerse a salvo, saltando del techo del edificio a otro colindante. Los daños se calcularon en 8 millones de sucres, muy por encima de los 2'5 millones que era el valor asegurado de los bienes. Cinco personas perecieron calcinadas en las llamas.


Los trabajadores de los respectivos diarios así como los locutores y equipo técnico de la radio, quienes desconocían el pánico del que la ciudad era víctima, tuvieron que dejar sus actividades, pidieron auxilio e intentaron escapar. Tres horas más tarde y debido a una llamada falsa en la que informaban que en la Oficina de Correos (ubicada al frente del edificio de El Comercio) había dinamita, los bomberos y la policía –que en un inicio se desentendieron del problema- pudieron ingresar en medio de la turba y calmar a la colectividad. Como resultado, este programa causó ocho personas muertas (de entre manifestantes, trabajadores y policía), decenas de heridos, la decisión gubernamental de cerrar la estación de radio por dos años, una decisión gubernamental en la que

“Con el fin de evitar que, en lo sucesivo, se produzcan imprudentes radioemisiones que pudieran ser origen de fatales acontecimientos, se nos ha dado a conocer que el Sr. ministro de Defensa encargado del despacho de Gobierno propondrá, en la sesión del Consejo de Gabinete que se celebrará hoy, que se dicten reglamentaciones adecuadas a fin de poder revisar oportunamente los programas radiales que se presenten, mediante la creación del cargo de inspector artístico y cultural de radiodifusión, quien tendrá la obligación de leer previamente los libretos de obras teatrales que vayan a ser radiados”.

Por otro lado, Alcáraz se fue a México y Paéz, luego de haber sido escondido en Ibarra, trabajó tiempo después para radio Democracia.

Radio Quito estuvo fuera del aire durante dos años. Hasta el 30 de abril de 1951 no se reanudó su transmisión. En la actualidad, Radio Quito sigue siendo una de las principales emisoras ecuatorianas. Ahora transmite en los 760 kHz de onda media, con 25 kW de potencía; y en los 4920 kHz en onda corta, con 5 kW de potencia que le permiten una cobertura global del planeta.

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