viernes, 27 de febrero de 2009

ESTA EXTRAÑA TARDE DESDE MI VENTANA

Y nada más

(Silvio Rodríguez)

Esta extraña tarde,
desde mi ventana,
trae la brisa vieja
de por la mañana.

No hay nada aquí:
sólo unos días que se aprestan a pasar,
sólo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmenso en el vivir.
Después mirar la realidad y nada más

Y nada más.

Ahora me parece
que hubiera vivido
un caudal de siglos
por viejos caminos.


(Silvio Rodríguez)








Cuando él la vio,
sintió que con cada paso
escurría un poco de su imaginaria historia.
Dice Joaquín Sabina:
no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.
Algo así pasaba entre ellos.
Nunca pudieron ser amantes.
Ella era de un nivel superior,
era una versión pos moderna
de las míticas musas que se convertían
en la inspiración de artistas.
Y él tenía empeñada su espada agitandose contra dragones verdes y amarillos.

Quizá por eso, en ese rosario de lágrimas,
no hubo un padrenuestro que fuera capaz de mitigar la nostalgia,
solo el arrepentimiento de no haberle construido al amor su templo mayor.
Ahora ambos tomándose de la mano,
son la metáfora perfecta para describir el sepelio de un fantasma.

Cuando pasaron los funerales
un abrazo de despedida suavizó el ritmo cardiaco,
y los remos se volvieron a agitar,
para después perderse en el horizonte,
en donde nunca más se han vuelto a asomar.
El no espera.
Tiene un bello recuerdo de lo que nunca existió, y le basta.


LUIS MALLARINO.