jueves, 8 de marzo de 2012

EL MITO DEL 8 DE MARZO




El origen del mito de la huelga de 1857

Lo que estamos acostumbrados a leer en los boletines de la convocatoria del Día de la Mujer es la historia de una huelga, que aconteció en Nueva York, en 1857 , en la cuál 129 obreras murieron después que los patrones hubieron incendiado la fábrica ocupada.

La primera mención a esa huelga, sin ninguno de los detalles que serán añadidos posteriormente, aparece en el periódico del Partido Comunista Francés, en la víspera del 8 de Marzo de 1955. Pero donde se fija esta fecha del 8 de marzo relacionada con esta huelga, es en una publicación, que apareció en Berlín, en la entonces República Democrática Alemana, de la Federación Internacional Democrática de las Mujeres. El boletín es de 1966.

El artículo habla rápidamente, en tres líneas, del incendio que habría ocurrido en 8 de marzo de 1857 y después dice que en 1910, durante la 2ª Conferencia de la Mujer Socialista, la dirigente del Partido Socialdemócrata Alemán, Clara Zetkin, en recuerdo a la fecha de la huelga de las tejedoras americanas, 53 años antes, habría propuesto el 8 de Marzo como fecha del Día Internacional de la Mujer.

Clara Zetkin
La confusión creada por el periódico L´Humanité no habla de las 129 mujeres quemadas. Donde se comienza a hablar de estas mujeres quemadas es en la publicación de la Federación de las Mujeres Alemanas, algunos años después. Esta historieta ficticia tuvo su origen, probablemente, en otras dos huelgas ocurridas en la misma ciudad de Nueva York, pero en otra época. La primera fue una larga huelga real, de modistas, que duró del 22 de noviembre de 1909 a 15 de febrero de 1910.

La segunda fue otra huelga, una de las tantas luchas de la clase obrera, en el comienzo del siglo XX, en los EUA. Esta ocurrió en la misma ciudad en 1911. En esa huelga, de 29 de marzo, fue registrada la muerte, durante un incendio, causado por la falta de seguridad en las pésimas instalaciones de una fábrica textil, de 146 personas, la mayoría mujeres inmigrantes judías e italianas.

Ese incendio fue, evidentemente, descrito por los periódicos socialistas, numerosos en los EUA aquellos años, como un crimen cometido por los patrones, por el capitalismo.

Esa fábrica echando fuego, con decenas de obreras atrapadas en el octavo piso en llamas, nos da la pista del nacimiento del mito de aquella huelga de 1857, en la cuál habrían muerto 129 obreras en un incendio provocado intencionadamente por los patrones.

¿Como se llegó a crear toda la historia de 1857? ¿Por qué aquel año? ¿Por qué en los EUA? La explicación, probablemente, es la combinación de casualidades, sin ninguna intención diabólica ni preestablecida. Así es como nacen todos los mitos.

La canadiense Renée Côté investigó, durante diez años en todos los archivos de Europa, EUA y Canadá y no encontró ninguna pista de la huelga de 1857. Ni en los periódicos de la gran prensa de la época, ni en cualquier otra fuente de memorias de las luchas obreras.

Ella afirma y reafirma que esa huelga nunca existió. Es un mito creado a causa de la confusión con las huelgas de 1910; de 1911, en los EUA; y 1917, en Rusia.
Esa confusión se dio por motivos histórico-políticos, ideológicos y psicológicos que quedarán claros al final de este artículo.

Poco a poco el mito de esa huelga de las 129 obreras quemadas vivas se reafirmó y se borró de la memoria histórica de las mujeres y de los hombres junto a otras fechas reales de huelgas y congresos socialistas que determinaron el Día de las Mujeres, su fecha de conmemoración y su carácter político.

Ya en 1970, el mito de las mujeres quemadas vivas estaba conformado. Rápidamente fue hecha la síntesis de una huelga que nunca existió, la de 1857, con las otras dos, de modistas, que ocurrieron en 1910 y 1911, en Nueva York.

Ese año de 1970, con centenares de miles de mujeres americanas participando de enormes manifestaciones contra la guerra de Vietnam y con un fuerte movimiento feminista, en Baltimore, EUA, es publicado el boletín Mujeres-Periódico de la Liberación. Aquí ya se reafirmaba y se consolidaba la versión del mito de 1857.

Pero en Francia esa confusión no fue acepta tranquilamente por todas y todos. El periódico nº 0, de 8 de marzo de 1977 , Historia d´Ellas, publicado en París, alerta sobre esta mezcla de fechas y dice que, en largas búsquedas, nada se encontró sobre la famosa huelga de Nueva York, en 1857 . Pero esta alerta no tuvo eco.

Dolores Farias, en su artículo en Brasil de Fato, nº 2, nos recuerda que en 1975, la ONU declaró la década de 75 a 85 como la década de la mujer y reconoció el 8 de marzo como su día. Inmediatamente después, en 1977, la Unesco reconoce oficialmente este día como el Día de la Mujer, en homenaje a las 129 obreras quemadas vivas.

El año de 1978, el alcalde de Nueva York, en la resolución nº 14, de 24/1, reafirma el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, y que sea conmemorado oficialmente en la ciudad de Nueva York.

En la resolución cita expresamente la huelga de las obreras de 1857, por aumento de jornal y por 12 horas de trabajo diario, y mezcla esta huelga ficticia con una huelga real que comenzó el 20 de noviembre de 1909. El mito estaba fijado, firmado y consolidado. Ahora era sólo cuestión de reproducirlo.

¿Por qué el color lila?

A partir de 1980 todo el mundo contará esta historia creyendo que es verdadera. Aparecerá hasta un paño de memoria lila, el que las mujeres estarían tejiendo antes de la huelga. De aquella huelga que no existió. La mitología nace así. Cada narrador añade un poquito. “Quien cuenta un cuento aumenta un punto”, dice nuestro refrán.

¿Por qué no rojo? Porque rojas eran las banderas de las mujeres de la Internacional. Rojas eran las banderas de Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo y Alexandra Kollontai, delegadas de sus partidos a la 1ª Conferencia de las Mujeres Socialistas, en 1907; y de la 2ª, en Dinamarca, en 1910. En esta última se decidió que las delegadas, en sus países, deberían conmemorar el Día de la Mujer Socialista.

El color lila en la lucha de las mujeres tiene un origen gracioso. La feminista Sylvia Pankrust nos cuenta que este color fue adoptado por las sufragistas inglesas en 1908, junto con otros dos colores, como símbolo de su lucha. Estas luchadoras por el derecho de voto escogieron el lila, el verde y el blanco. El lila se inspiraba en el color de la nobleza inglesa, el blanco simbolizaba la pureza de la lucha femenina y el verde la esperanza de la victoria.

Históricamente, el feminismo de los años 60 retomará este color. El rojo estaba muy relacionado con los Partidos Comunistas del Bloque Soviético que, en verdad ya tenían muy poco de socialismo, o de comunismo. Además de eso, históricamente, varios de estos partidos poco apoyo habían dato a las luchas específicas de las mujeres.

La expresión "Liberación de la Mujer" no era propia de estos partidos. En ellos, la lucha de la mujer era vista casi sólo con el objetivo de integrarla a la lucha de clases. La lucha feminista, para muchos comunistas, sólo entorpecía la lucha general del proletariado. Quitaba fuerzas a la lucha principal.

Fue en ese clima en el que, en las décadas de 60 y 70 del siglo pasado, la lucha feminista fue retomada, en un proceso de auto-organización de las mujeres. En el movimiento feminista había una fuerte crítica a la práctica de la mayoría de los partidos y sindicatos. Muchos movimientos se organizaron de forma autónoma, luchando para garantizar su independencia.

Así, varias feministas adoptaron el color lila como una nueva síntesis entre los colores azul y rosa. El rojo de las banderas de las mujeres de la Internacional fue olvidado. En la década de 70 las mujeres socialistas reafirmaban el origen socialista del 8 de Marzo, al mismo tiempo en que varias de ellas asumían el color lila como color específico de la lucha feminista.


8 de Marzo: una fecha a celebrar

Menos que más, la fecha del 8 de Marzo de 1917 en la naciente URSS, interesaba al bloque capitalista occidental, enemigo mortal de la Rusia comunista. Es en este clima, propicio al olvido de la verdadera historia del Día de la Mujer, ya en la década de 1950, en las publicaciones del Partido Comunista, en Francia, se comenzó a hablar de una fuerte lucha de las obreras americanas en el 8 de marzo de 1857 . Tal vez, la famosísima huelga del 1º de Mayo, en Chicago de 1886 y las numerosas huelgas en las tecelagens americanas estimularon las fantasías y llevaron a enfatizar la participación de Estados Unidos en la lucha de la mujer, lo que favoreció esta confusión de fechas. Poco a poco se desplazó la fecha de 1857 para Nueva York. Y ahí, en ondas sucesivas de cuentistas, se llegó la historieta completa.

El día 1º de Marzo de 1964, el periódico de la CGT francesa, Antoinette, habla que “fueron las americanas las que comenzaron. Era el 8 de marzo de 1857. Para exigir las 10 horas ocuparon las calles de Nueva York”. Es la continuación de lo que ya había aparecido en el periódico del PCF, los años anteriores.

Y finalmente, fue así, sin necesitar de una conspiración organizada por un supuesto imperio del mal, que en Alemania Oriental, en 1966, la Federación de las Mujeres Comunistas informó de la historia del Día de la Mujer, enriquecida con el martirio de las 129 mujeres quemadas vivas.

Todo esto fue hecho de forma confusa, mezclando hechos con fantasías, con cada cuentista escribiendo e inventando fechas y detalles.

Y fue así, sin ninguna deliberación conspiratoria, que el mito que acababa de ser creado, en 1966, en el Este Europeo, comenzó a ser divulgado y fue después enriquecido en los EUA al final de los años 60 y en todo el mundo occidental.

Después de eso, era sólo enriquecer el mito. Esto es lo que se hizo, hasta su cristalización en 1975, con La ONU e inmediatamente después con La Unesco, en 1977.

Una fecha muy rica que no necesita de mitos

Derrumbar el mito del origen de la fecha 8 de Marzo no implica desvalorizar el significado histórico que este adquirió.

Muy al contrario. Significa retomar la verdad de los hechos que son suficientemente ricos de significado y que cargan toda la lucha de la mujer en el camino de su liberación. Significa enriquecer la conmemoración de ese día retomando su sentido original.

Significa volver a los orígenes del ideal socialista de la mayoría de las mujeres que luchaban por un mundo nuevo sin explotación y opresión del hombre por el hombre y específicamente de la mujer por el hombre.

Un día que quiere retomar la conmemoración y la lucha de un 8 de Marzo sin miedos. Avanzar sin miedos y sin vergüenza por las derrotas sufridas por las revoluciones perdidas el siglo XX, rumbo a la conquista de la liberación total de las mujeres.

Significa integrar todos los nuevos e importantísimos aspectos de la lucha de la liberación de la mujer, descubiertos con la evolución histórica de la humanidad del siglo XX, con sus raíces socialistas.

Integrar en la clásica lucha libertaria, socialista y comunista del comienzo del siglo XX, las contribuciones de diferentes líneas de pensamiento y países que van de Wilhem Reich a Simone de Beauvoir, de Herbert Marcuse a Samora Machel, de Betty Friedann a Rose Marie Muraro. Integrar toda la lucha del feminismo para construir una sociedad donde la mujer sea reconocida como gente.

Integrar estas elaboraciones teóricas con las luchas y las experiencias de vida de miles de activistas, militantes y organizadoras de la lucha de las mujeres en el mundo entero: desde las guerrilleras latino-americanas, a las mujeres vietnamitas, a las trabajadoras de las fábricas a las plantadoras de arroz de la India, a las Madres de los desaparecidos argentinos a las luchadoras por la reforma agraria del MST.

Una larga lucha sin miedo a la felicidad, sin miedo del placer. Sin miedo de luchar por una revolución, que deberá ser social, sexual, y profundamente cultural. Sin miedo de levantar las banderas rojas de la lucha por la liberación de la humanidad. La liberación de hombres y mujeres.




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