viernes, 27 de febrero de 2009


Cuando él la vio,
sintió que con cada paso
escurría un poco de su imaginaria historia.
Dice Joaquín Sabina:
no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.
Algo así pasaba entre ellos.
Nunca pudieron ser amantes.
Ella era de un nivel superior,
era una versión pos moderna
de las míticas musas que se convertían
en la inspiración de artistas.
Y él tenía empeñada su espada agitandose contra dragones verdes y amarillos.

Quizá por eso, en ese rosario de lágrimas,
no hubo un padrenuestro que fuera capaz de mitigar la nostalgia,
solo el arrepentimiento de no haberle construido al amor su templo mayor.
Ahora ambos tomándose de la mano,
son la metáfora perfecta para describir el sepelio de un fantasma.

Cuando pasaron los funerales
un abrazo de despedida suavizó el ritmo cardiaco,
y los remos se volvieron a agitar,
para después perderse en el horizonte,
en donde nunca más se han vuelto a asomar.
El no espera.
Tiene un bello recuerdo de lo que nunca existió, y le basta.


LUIS MALLARINO.



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